Seguidores

Busca por título

Todos los relatos

domingo, 4 de septiembre de 2016

La paciencia de Aristóteles

A la persona que posee el saber en distintas disciplinas, especialmente en Artes y Ciencias se le suele relacionar con el término polimatía. Erudito que no pone cerco a su conocimiento en ningún área concreta, y posee las virtudes del saber en distintos ámbitos. Filósofo, lógico, científico, matemático, botánico y un larguísimo etcétera, todo eso era Aristóteles. Podemos añadir a esta lista todo lo que queramos, pero seguro que a casi nadie se le ocurriría atribuirle una virtud, una que no está relacionada directamente con el conocimiento, pero que sin ella seguro que éste no existiría en ninguna de sus vertientes: la paciencia. Seguro que Aristóteles al igual que muchos otros era un hombre que sabía esperar su momento, sabía apreciar la realidad y analizarla, hasta llegar a conclusiones que realmente le aportaran a su ya dilatado abanico de sabiduría. Miguel Ángel sin ir más lejos tardó lo suyo en pintar la capilla Sixtina, y no me lo imagino yo tirando el pincel de malas maneras, frunciendo el ceño, refunfuñando y huyendo para hacer otra cosa que no le quemara la paciencia. Y es que aprender siempre lleva su tiempo, tiempo en el que tenemos que aprender no sólo la materia que estemos estudiando, sino también a esperar lo justo y necesario para que tal acto de aprendizaje se lleve a cabo y se afiance en nuestro repertorio mental. Y el sabio macedonio seguro que dominaba esos tiempos. Seguro que dominaba su mente hasta el punto de ser el hombre más paciente del mundo. De hecho, fue uno de los primeros en analizar y escribir sobre las migraciones de las aves, y para ver, estudiar y analizar qué hacen las aves en su tiempo libre, hace falta muchísima paciencia.

Con mayor o menor exactitud Aristóteles aprendió que cada cierto tiempo, dependiendo de diversos factores, las aves realizan largos viajes y cambian su emplazamiento. Los motivos son variados y abarcan desde la búsqueda de un lugar mejor en términos climatológicos o simplemente para aparearse. El caso es que ya sean viajes largos o cortos, las aves siempre buscan mejorar. ¿Y quién no? Todos en algún momento de nuestras vidas tomamos decisiones con el simple objetivo de mejorar. Las aves se mueven en busca de un mejor hábitat para vivir, un mejor clima y una mayor disponibilidad de alimentos. Suena más que razonable, y en ningún momento a nadie en su sano juicio se le ocurriría cuestionar tales motivos, ni catalogarlos de inmorales, irracionales o ilegales. Ellas se mueven a su conveniencia y ninguna cuestiona a otras aves, todas hacen su camino y comparten territorio si es necesario. No tienen leyes, ni les hace falta, que controlen tales movimientos, ni pasos fronterizos ni aduanas costosas. Tan sólo sus semejantes y un saco cargado de ilusión por llegar al destino en las mejores condiciones posibles.

No hay nadie que les discuta la entrada a ese nuevo lugar, ni que las repatrie. No se puede repatriar a alguien que no tiene patria, porque en el mundo de las aves la patria no existe. Lo que sí existe es la capacidad de compartir con otras aves blancas, negras o amarillas. No existen aves que repriman a otras aves porque quieran comer de lo mismo que comen ellas, ni se pagan impuestos para compartir una charca con otras aves, ni tienen límite de tiempo para irse de ningún pantano. Las aves llegan cuando quieren y se van cuando quieren, porque las aves se mueven en libertad, sólo condicionadas de no dejar abandonada jamás a un ave semejante e intentar permanecer unidas el mayor tiempo posible. Las aves no viajan hacinadas, se mueven ágiles y libres en el aire, porque el aire, al igual que el mar, es de todas y de ninguna. Hay espacio suficiente tanto en mar, tierra y aire para que todas las aves vivan juntas y se beneficien de todas las cosas que ello le ofrece.

No parece tan difícil pues, hacer lo que hacen las aves. No hace falta ser ni Aristóteles ni Miguel Ángel. No hace falta ser un sabio. Sólo hace falta un poquito de paciencia, como Aristóteles.

No hay comentarios:

Publicar un comentario