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sábado, 14 de septiembre de 2019

19 Crimenes




"Only those who have stood within the bars and heard the din of devils and the appalling sounds of despair, can imagine the horrors of the hold of a convict ship."


A la edad de 16 años, John Williamson ya había sido condenado varias veces por hurtos menores. Nunca nada demasiado serio, siempre menos de un chelín, que si unas patatas de aquí, que si a lo que el carnicero se descuidaba le birlaba unas lonchas de beicon por allí o como cuando en una ocasión, en verano, llegó a robarle los calcetines a un señor que se estaba dando un chapuzón en el río Gran Ouse, cerca de Kempston, y al que hizo salir del agua para de una manera muy cómica, a lo Wile E. Coyote and the Road Runner, ir corriendo tras él varios cientos de metros descalzo, mojado y  en gayumbos. Vamos, una tragicomedia que ni Lope, ni Lauren & Hardy ni Robert Garnier. Esta escena de persecución vendría a terminar de una manera ciertamente desafortunada para nuestro protagonista, ya que un inoportuno resbalón durante su huida hizo que el malogrado y canijo cuerpo de John se diera de bruces contra el suelo, ya cerca de Ham Fields. Tras tremebundo golpe, el pobre desgraciado perdió de una tacada la consciencia, la libertad y dos de sus mejores dientes.

Este y otros latrocinios menores le hicieron pasar varias temporadas, a intervalos, en el centro penitenciario de Common Gaol, donde como os podéis imaginar, no pasó buenas noches precisamente. Sin embargo, su vida daría un giro de 180 grados cuando el 7 de Abril de 1787, fue condenado por la justicia a Transporte Forzoso, destino Australia, a causa de un hurto mayor. En toda regla, una patada en el escuálido culo de John, para quitarse un problema de encima. Aunque más bien fueron alrededor de 1500 problemas. De esa manera, junto a otros 1499 convictos, John pasaría a ser uno de los integrantes de la First Fleet, un 13 de Mayo de 1787. En qué momento de su vida iba a verse el pobre diablo viajando a Rio de Janeiro y Ciudad del Cabo antes de Botany Bay, si casi no sabía contarse los dedos de las manos más que para pedir ale en alguna Public House.

John contaba por aquel 7 de Abril con 27 años. Robert Cooper, el que fuera hasta hace no mucho su  empleador en una pequeña granja a las afueras de Bedford, fue el que puso en aviso a las autoridades de que, según la propia versión de Robert, nuestro amigo John le robó una cantidad de cebollas cercana a las 4 fanegas y cuyo valor excedía los 5 chelines. El señor Cooper no tenía más testigos que sus propios ojos, con los que llegó a reconocer y señalar perfectamente al acusado durante el juicio. Cierto es que John nunca fue visto portando las cebollas supuestamente robadas al señor Cooper, aunque cierto es también que cuando fue apresado en su casa al día siguiente y al exclamar a gritos su inocencia, el tufo encebollado de su aliento no pasó desapercibido para ninguno de los agentes que lo apresaron, llegando inclusive a tener que  echarse algunos de ellos el antebrazo a su propio hocico y hasta secarse las lagrimillas con los ojos enrojecidos. ¡4 fanegas de cebollas se comió el pobre hambriento! Quedaba claro pues. C´ya la´er England!

Toda vez que zarparon, una vez recogidos todos en los brazos de Charlotte, y siempre a las órdenes the Thomas Gilbert, en el octogésimo tercero de 252 días de viaje, una guitarra lyre-shaped sonaba, acompañada por una voz rota, melancólica, pero potente. Era John Williamson. Como un esclavo que rompe sus cadenas, el resto de convictos oían atentos como cantaba con dulzura, un adiós a esta vieja Inglaterra para siempre, adiós a mis compañeros de bar y bebida, adiós a la famosa Old Bailey, ¡donde siempre su oleaje era tan grande! Me voy cantando, me voy así como veréis, os veré en Botany Bay. Mi crimen contra la nación británica vino a dejarme totalmente pelado, sin blanca, era muerte o transporte, y alguien lanzó una moneda al aire, salió cara y no cruz, mi suerte de que me mandaran bien lejos. Os veré en Botany Bay. El Capitán es ahora quien manda, están también el contramaestre y toda la tripulación, pasajeros de primera y pasajeros de segunda, todos cantando, ya os veré en Botany Bay. Seas Duque o Duquesa da igual, escuchadme bien lo que digo, más os vale que sea vuestro lo que toquéis, o si no a nosotros os uniréis en Botany Bay.

La belleza de la playa de Botany Bay quizás sólo sea superada por el color rojo fuego de sus atardeceres. Luz contra mar, fuego contra agua, pasión contra calma, ese es el mensaje que parece lanzarnos la bahía cuando el sol comienza a caer por el horizonte. Un mensaje de pelea, de lucha. Rojos entremezclados con naranjas y amarillos. Vida pura. Como un corazón desatado. Desde el pequeño puente de madera en el Bare Island Fort te saludan las gaviotas al llegar. Dicen que los que atraviesan la bahía por primera vez, quedan tan impresionados que hasta olvidan el lugar de donde zarparon.
El 13 de Mayo de 1787 John dejó atrás muchas cosas, sus dos dientes en una calle cerca de Ham Fields principalmente, pero también una vida entera. Lo bueno, que sin él saberlo, el 20 de Enero de 1788 otra vida se le pondría por delante. Quizás marcado por el largo, tedioso y penoso viaje, o quizás embrujado por los colores de la Bahía, John decidió que como los colores del atardecer, él también pelearía, también lucharía por un nuevo amanecer, por empezar de nuevo. Todavía estaba a tiempo.

Y gracias a John y las cebollas que robó, estoy hoy yo aquí tomándome una copa de vino.

 ¡Salud!

Todo, por 19 crímenes.

  1. Hurto mayor, robo por valor de más de un chelín
  2. Hurto menor, robo por valor de menos de un chelín
  3. Comprar o recibir objetos robados tales como joyas, vajillas,…
  4. Robo de plomo, hierro, cobre, comprado o recibido
  5. Hacerse pasar por egipcio
  6. Robar en casas amuebladas
  7. Prender fuego en el sotobosque
  8. Robar cartas o correspondencia y esconder dinero
  9. Asalto con intento de robo
  10. Robar pescado de un lago o río
  11. Robar raíces, árboles, plantas o destruirlas
  12. Practicar bigamia
  13. Asaltar, cortar o quemar ropa
  14. Falsificar monedas de cobre
  15. Matrimonio clandestino
  16. Robar el sudario de un fallecido
  17. Barqueros que transporten a demasiada gente en sus botes, más si alguno cae al agua y se ahoga
  18. Granujas incorregibles que se escapen de la cárcel o personas indultadas de la pena capital
  19. Robar en tiendas navales, según qué casos.

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